domingo, 20 de febrero de 2011

De mañana, tarde y noche te buscaré

LUIS ALBERTO CÁCERES

20 DE FEBRERO DE 2011


El salmo 55:17 dice:


“rogaré y suplicaré a Dios mañana, tarde y noche, y él me escuchará…”


Yo creía que dedicar 30 o 40 minutos en la mañana, era más que suficiente para estar con Dios, pero David oraba en la mañana, en la tarde y por la noche.


Otro de los gigantes de la fe, que también tenía por costumbre buscar a Dios tres veces al día, era Daniel. Él siempre halló gracia delante de Dios y de todos los reyes que tuvo que servir.


Tanto, que el rey Darío lo puso como uno de los tres ministros a quienes los gobernadores de todas las provincias del reino de Babilonia debían rendirle cuentas (Daniel 6). Después de esto, Darío se dio cuenta que Daniel era mejor que todos los gobernadores y ministros de Babilonia y por eso, quería nombrarlo como dirigente de todo el reino. Como era de suponer, la envidia no se hizo esperar, y los demás gobernadores comenzaron a buscar la manera de hacerlo caer, pero a pesar que lo intentaron incesantemente, no encontraron nada para acusarlo, ya que Daniel siempre actuó con rectitud y honestidad en su trabajo.


Por tanto, llegaron a la conclusión que la única manera como podían dañarlo, era atentando contra su mayor pasión: su comunión con Dios. Convencieron al rey para que emitiera un edicto en el cual, durante 30 días nadie pudiera hacer oraciones o peticiones a ningún otro dios u hombre, que no fuera el rey Darío; quien incumpliera esta orden, debía ser arrojado al foso de los leones. Al rey le pareció bien, firmó el decreto que se convirtió en una ley de los medos y los persas, la cual nadie, ni siquiera el rey, podía cambiar o anular.


Cuando Daniel se enteró del edicto, se fue a su casa, abrió las ventanas de su cuarto que daban hacia Jerusalén y se arrodilló para dar gracias a Dios, como siempre lo hacía, tres veces al día.


Analizando la situación de Daniel, me ponía a pensar, qué hubiera hecho yo en su lugar. Como solo eran 30 días, le habría dicho a Dios que le daba unas vacaciones, que se fuera a descansar, que en 30 días nos volveríamos a ver…. Yo creo que Él habría entendido; en todo caso, era mi pellejo el que estaba en juego.


De pronto, si hubiera estado un poquitico más espiritual, habría seguido orando, pero a escondidas. Además, ¿no dice la biblia que ore en lo oculto y el Señor me recompensará en público?, nadie tenía porqué enterarse de mi relación con Dios, y todos contentos….

Pero no, Daniel no actuó así…


¿30 días sin buscar a Su Señor? ¡Ni loco! Daniel dependía tanto de Dios, que no habría soportado un día, ni un instante sin Su Presencia.


¿Orar a escondidas? Daniel no se avergonzaba de su Dios. ¿Cómo avergonzarse de aquel que le daba su aliento cada día, aquel que lo hacía sentir vivo y le daba sentido a su existencia?


Habría preferido morir, antes que avergonzarse de su Creador.


Ahora entiendo porqué, cuando mucho tiempo después, Daniel estaba orando por su pueblo y pidiéndole perdón a Dios por todos los pecados que cometieron, pero a la vez rogándole que les permitiera volver a su tierra, Dios mismo, mientras estaba orando, le envió al ángel Gabriel, para decirle que apenas había comenzado a orar, Dios ya había dado la orden para conceder su petición, sencillamente porque:


“Daniel, tu eres muy amado” (Daniel 9:20-23)


El mismo Dios, diciéndole a Daniel cuánto lo amaba… esto deja sin aliento a cualquiera, estremece el corazón del más fuerte, levanta el ánimo del que estaba a punto de suicidarse, en fin, delante de Dios, hasta las piedras cobran vida y lo adoran…


Resumiendo la historia, a Daniel lo echan al foso de los leones por incumplir la ley, pero Dios envía un ángel que no deja que los leones lo ataquen, al siguiente día el rey lo saca del foso y ordena que arrojen allí a los que lo habían acusado, junto con sus esposas e hijos.


Posteriormente, el rey firma un decreto donde ordena que en todo el reino se adore y se honre al Dios de Daniel, que lo libró del foso de los leones.


Daniel siempre tuvo claro de quien dependía, cual era la razón de su existencia, y a quién tenía que agradar siempre; por eso lo buscaba en la mañana, en la tarde y en la noche.


¿Alguna vez le has pedido a Dios que quieres cambiar? Seguramente muchas veces; es más, probablemente sospeches que Dios ya está aburrido de escuchar siempre la misma oración, sin demostrar un cambio verdadero.


El salmo 53:2, dice:


“Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido que buscara a Dios”


Cuando leemos la biblia y nos encontramos con pasajes que hablan del justo y del necio, del torpe y del sabio, por lo general, nos consideramos el justo, el sabio o el entendido que supuestamente busca a Dios. Pero reflexiona un poco en este pasaje: Dios buscó en tooooda la tierra algún entendido que le buscara. ¿Por qué crees que Dios tuvo que esforzarse tanto en buscar a aquellos que verdaderamente lo buscan?


Yo creía que con los 30 minutos que dedicaba en las mañanas para orar, ya me podía considerar dentro de los entendidos que buscaban a Dios; pero en un tiempo de oración, Dios me hizo ver que esta vez yo no estaba en el bando de los entendidos, sino todo lo contrario, yo era el necio. Al necio le hablan, pero él no oye, le muestran las cosas, pero él no las ve. Va por la vida, haciendo lo que cree más conveniente para él, pero no escucha consejos, ignora los peligros, y lo peor de todo, ¡cree que está haciendo las cosas bien!


Este es un buen momento para que evalúes en realidad qué tan entendido eres y si crees que el tiempo que le dedicas a Dios es el suficiente. ¿Crees que estás oyendo la voz de Dios? ¿En verdad estás viendo lo que Dios quiere hacer con tu vida? O simplemente vas por ahí, pensando que tu relación con Dios está bien y que solamente necesitas de su amistad para que Él te respalde en todo lo que ya has planeado sin consultarle a Él.


Estos gigantes de la fe tenían supremamente claro que su relación con Dios no era una más de sus actividades. No, era su vida, dependían completamente de Dios, por eso su relación con Él era tan intensa, tan estrecha, sabían que no se podían dar el lujo de separarse de Dios, porque en ese momento morirían.


Nuestro Señor Jesús, en el momento más crítico de su existencia en la tierra, nos dejó un mensaje, que va más allá de una sugerencia, o de un buen consejo que tú decides si lo aceptas. No, fue una orden con la máxima prioridad, de ese tipo de órdenes que se dan en la guerra, donde no hay chance ni siquiera de considerarla, porque de acatarla depende tu vida:


“quédense despiertos y oren pidiendo fuerzas para resistir la tentación. El espíritu está dispuesto a hacer lo correcto, pero el cuerpo es débil” Mt 26:41


Entonces, que tus oraciones no se queden simplemente en buenas intenciones. Tienes una herramienta poderosa, que te va a llevar a dimensiones que no te alcanzas a imaginar, tal como lo vivieron Daniel, David, Pedro y muchos otros más, que entendieron que nuestra comunión con Dios no es un juego, sino que de ella depende completamente nuestras vidas.